Avances científicos han descubierto que el corazón es un pequeño cerebro, con neuronas que se comunican con el cerebro.
Nos han enseñado que es el cerebro quien cumple la función de tomar las decisiones adecuadas para cada instante de nuestra vida y hemos pasado gran parte de nuestro tiempo aprendiendo, estudiando, razonando y no siempre los resultados de aquellas decisiones analizadas nos permiten sentirnos plenos y en paz.
¿Y si le hubiera hecho caso al corazón?
Lo solemos callar, lo juzgamos o bloquemos. Lo culpamos por lo que sentimos… y luego nos arrepentimos por no haberle hecho caso.
Nuestra mente y corazón son un gran equipo, pero no siempre los dejamos trabajar juntos.
Hoy la ciencia biológica nos está dando pistas que prontamente nos permitirá tener una nueva percepción de lo que somos en verdad.
El corazón, con cada latido, no sólo bombea sangre, también envía información al cerebro cuando sus neuronas detectan que necesitamos equilibrarnos.
Otras veces utiliza sus propios recursos para lograr que nos armonicemos y podamos sentirnos integrados y parte de un TODO, actuando de manera autónoma sin que el cerebro intervenga.
El corazón tiene neuronas que aprenden, sienten, recuerdan y toman decisiones funcionales sin que el cerebro intervenga, ya que su campo electromagnético es 5.000 veces más intenso que el del cerebro.
Si este campo de energía es más extenso que el de la mente y se extiende hasta cuatro metros de nuestro cuerpo, ¿por qué nos sentimos solos, aislados o rechazados?
La razón es: Nuestra mente interpreta y nos genera la ilusión de estar aislados de los demás.
El cerebro nos quiere vivos, tiene la responsabilidad de nuestra supervivencia, siempre está atento a la adaptación al medio, y continuamente observa como esto afecta nuestro interior, pero el corazón realiza acciones que afectan a nuestras percepciones.
Hoy el desafío es comenzar a sentir y permitir que el corazón sea quien guie nuestro caminar. Necesitamos más silencio, menos parloteo interno, menos queja y más gustar lo que estamos viviendo, instante a instante.
Seguramente nuestra mente no le gustará este papel no protagónico, pero al cabo de un tiempo se dará cuenta que también está disfrutando y nuestro cuerpo se relajará y podremos entablar vínculos con más coherencia y empatía.
Podremos tener más sintonía con quienes nos relacionamos y de esta manera estar en ambientes placenteros será lo cotidiano.
Hoy más que nunca es necesario comenzar a conectar con el corazón. Seguramente me dirás: ¿cómo lo hago?
Lo más importante es comenzar a bajar las revoluciones que no nos permiten sentirnos tranquilos, es más nos tienen arriba de la pelota, haciendo malabares y con mucha ansiedad.
Pero si te permites comenzar a relajarte podrás comenzar a llenarte de emociones positivas que darán paso a un cambio químico interno que facilitará ese encuentro con la certeza y la plenitud, emociones propias del corazón.
Luego vendrás otras como la gratitud y el amor, y sin darte cuenta la queja, la crítica y el juicio comenzarán a desvanecerse.
Se que no es una decisión y no pasa por la voluntad, si fuera así todos ya estaríamos vibrando desde el corazón. Esto es un entrenamiento y como tal, requiere constancia y sistematización.
¿Por dónde comenzar?
Aquí algunas ideas que si las pones en práctica obtendrás buenos resultados.
1.- Escucha a tu cuerpo.
Desarrollar una mayor percepción de los estados internos del cuerpo es fundamental. Percibe que te pasa físicamente cuando sientes emociones, observa y reconoce en que zona de tu cuerpo se siente aquello.

Cuando estás con personas, a las que estás habituada o a las que no, ¿cómo te sientes?
Cuando haces cambios en tu alimentación, ¿cómo responde tu cuerpo?
Conocer los estados internos de tu cuerpo te va a permitir ser más y más consciente del proceso de tus emociones.
2.- Entrena el hábito de meditar a diario.
Para eso sólo necesitas disponer unos minutos en una postura y un lugar que te sean cómodos. Luego cierra tus ojos y comienza a respirar conscientemente, observando como te vas sintiendo al hacerlo.
La respiración produce un gran impacto sobre el bienestar general al conseguir ritmos cardiacos coherentes, lo que aumenta la sincronización cerebro-corazón.
3.- Calmar el estrés.
Calmar el estrés a través de la relajación te servirá para cambiar el patrón emocional. ¿Por qué?
Por que dejarás de irradiar a tu cuerpo con altas dosis de adrenalina y cortisol.
Para lograrlo puedes hacer ejercicios, contacta con la naturaleza haciendo caminatas conscientes, también puedes caminar descalzo, o si prefieres y es más lo tuyo, puedes cantar, cocinar, tejer, acariciar a una mascota, abrazar a un ser querido.
Verás que en poco tiempo comienzas a sentir como la calma y tranquilidad se manifiestan en todo tu organismo.
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